Impacto en la seguridad de la región de los Grandes Lagos: aumento de la violencia y crisis humanitaria
La creciente violencia en el este de la República Democrática del Congo (RDC), especialmente debido al resurgimiento del grupo rebelde M23, ha desencadenado una grave crisis humanitaria, generando inestabilidad en toda la región y despertando serias preocupaciones internacionales. La reciente toma de Goma, una ciudad estratégica clave, por parte del grupo ha intensificado aún más las tensiones y ha obstaculizado los esfuerzos de estabilización en Kivu del Norte. La creciente influencia del M23 representa uno de los desafíos más críticos para la seguridad de la RDC y la Región de los Grandes Lagos.
El 26 de enero, el M23 y las Fuerzas de Defensa de Ruanda lanzaron un ataque contra la ciudad estratégicamente importante de Goma, según informó Vivian van de Perre, Representante Especial Adjunta para la Protección y Operaciones de MONUSCO, la misión de paz de la ONU en la RDC, durante una sesión informativa ante el Consejo de Seguridad el martes. En sus palabras:
«Estos ataques siguen devastando la ciudad, matando, hiriendo, traumatizando y desplazando a civiles, y agravando la crisis.»
¿Qué es el M23? Orígenes y evolución
El Movimiento del 23 de Marzo, o M23, es un grupo rebelde compuesto principalmente por tutsis congoleños. Surgió en 2012 como una facción disidente del Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP), que previamente había firmado un acuerdo de paz con el gobierno el 23 de marzo de 2009. El M23 alegó que el gobierno incumplió dicho acuerdo al no integrar a sus combatientes en el ejército nacional como se había prometido, lo que llevó al grupo a tomar las armas. Aunque inicialmente se presentó como un defensor de la seguridad de la comunidad tutsi, el M23 es ampliamente visto como un actor impulsado por intereses económicos y geopolíticos más amplios.
El este de la RDC es una de las regiones más ricas en minerales del mundo, con vastas reservas de coltán, oro, estaño, tungsteno y cobalto, recursos críticos para industrias globales, especialmente en los sectores de electrónica y energía renovable. Estos minerales son esenciales para la fabricación de teléfonos inteligentes, baterías y otros dispositivos tecnológicos de alta gama. El control de estos recursos ha alimentado los conflictos armados, con varios grupos rebeldes, incluido el M23, involucrados en actividades mineras y comerciales ilícitas que no solo financian los conflictos locales, sino que también afectan las cadenas de suministro globales. La minería ilegal y el contrabando de estos minerales han contribuido a la persistente inestabilidad, ya que diversas facciones, entidades extranjeras y países vecinos compiten por el acceso a estos yacimientos altamente lucrativos. El papel de actores externos, como corporaciones multinacionales y gobiernos regionales, complica aún más los esfuerzos por regular y proteger la riqueza de la región.
Factores geopolíticos y el supuesto papel de Ruanda
Desde su surgimiento, el M23 ha sido acusado por la comunidad internacional de tener vínculos con el gobierno de Ruanda, al que se le ha señalado por proporcionarles apoyo militar y logístico. Aunque Kigali niega cualquier involucramiento, los informes de la ONU han documentado evidencia que sugiere asistencia en armamento y entrenamiento. Esta relación histórica tiene sus raíces en el complejo conflicto entre los grupos étnicos hutu y tutsi, así como en los intereses económicos en el este de la RDC, una región rica en minerales estratégicos como el coltán y el oro.
El resurgimiento del M23 y su impacto en la estabilidad regional
El resurgimiento del grupo en 2021 marcó un punto de inflexión en el conflicto. El M23 ha apuntado a áreas estratégicas clave en el norte de Kivu, incluida la vital ciudad de Goma, que ha experimentado una escalada significativa de violencia y desplazamientos. Desde enero de 2023, los enfrentamientos entre los combatientes del M23 y el ejército congoleño se han intensificado, desplazando a cientos de miles de civiles y empeorando una crisis humanitaria ya de por sí grave. La captura de Goma por parte del grupo, junto con sus infraestructuras clave, incluido el aeropuerto de la ciudad, les ha otorgado el control de un centro logístico crítico en la región.
En respuesta, el gobierno congoleño ha reforzado su cooperación militar con la Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC), que desplegó la misión SAMIDRC en diciembre de 2023. Sin embargo, la resistencia del M23 y el terreno montañoso de la región han complicado las operaciones militares.
¿Qué es la Comunidad de Desarrollo de África Austral?
La Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC) es una organización intergubernamental que comprende 16 estados miembros del sur de África. Sus objetivos principales incluyen promover la estabilidad regional, la cooperación económica y la integración política. La SADC ha jugado un papel activo en asuntos de seguridad, incluyendo el despliegue de fuerzas de mantenimiento de la paz en áreas de conflicto como la RDC.
La misión SAMIDRC
Respuesta internacional: desafíos operativos
La misión de las Naciones Unidas en la RDC (MONUSCO) ha intentado contener la amenaza del M23 a través de patrullas y cooperación con el ejército congoleño. Sin embargo, su efectividad se ve limitada por la capacidad del grupo rebelde para reconstituirse y por su supuesto apoyo externo. Mientras la ONU aboga por una solución política al conflicto, la falta de avances concretos sigue alimentando la inestabilidad en la región.
La misión de las Naciones Unidas en la RDC (MONUSCO)
La misión de estabilización de la Organización de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo (MONUSCO) fue establecida en 1999 para contribuir a la estabilización del país tras décadas de conflicto. Su mandato incluye la protección de civiles, el apoyo a los esfuerzos de desarme y la asistencia al gobierno congoleño en la restauración de la autoridad estatal. No obstante, MONUSCO ha sido criticada por su efectividad limitada en la contención de la actividad rebelde, incluido el resurgimiento del M23.
El Secretario General de la ONU, António Guterres, instó a Ruanda y la RDC a mantener su compromiso con el proceso de paz de Luanda y a trabajar para poner fin al conflicto. Según el Consejo de Seguridad, la resolución de la crisis en la RDC requiere un enfoque político integral e inclusivo. Guterres exhortó a ambas naciones a:
«retomar el diálogo diplomático para lograr una resolución duradera y pacífica de este prolongado conflicto en la región».
El conflicto en curso ha causado un sufrimiento humano incalculable. Solo en 2025, más de 400,000 personas han sido desplazadas, sumándose a los ya alarmantes 5.6 millones de desplazados dentro del país. La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) estima que más de 25 millones de personas en la RDC necesitan urgentemente asistencia humanitaria, incluyendo alimentos, refugio y atención médica. Esta sombría estadística resalta las graves consecuencias de la insurgencia del M23, que sigue agravando una situación ya volátil en la región.