El repunte de las hostilidades entre Irán e Israel reactiva el temor global a un posible cierre del estrecho de Ormuz, eje vital del transporte de petróleo y gas
En un momento de máxima tensión entre Irán, Israel y Estados Unidos, el mundo observa con preocupación el destino de uno de los puntos más sensibles: el estrecho de Ormuz. Tras los ataques cruzados entre Teherán y Tel Aviv —incluyendo bombardeos a instalaciones nucleares iraníes y ataques con misiles sobre ciudades iranies e israelíes—, el riesgo de una interrupción del tráfico marítimo en esta franja se ha disparado. A esta escalada se sumó la inesperada decisión de Estados Unidos de bombardear directamente instalaciones nucleares iraníes clave, entre ellas las de Natanz, Fordow y Isfahán, lo que marcó un punto de inflexión en el conflicto y elevó las alarmas sobre una posible expansión regional.
Irán ha insinuado en múltiples ocasiones la posibilidad de bloquear el estrecho de Ormuz como medida de presión estratégica ante agresiones externas. En junio de 2025, el Parlamento iraní aprobó una moción simbólica instando al cierre del paso en respuesta a los ataques sobre su infraestructura nuclear. Aunque este carece de autoridad ejecutiva para ordenar tal medida —que dependería del Consejo Supremo de Seguridad Nacional y del Líder Supremo—, la declaración fue leída como un riesgo que monotorizar. A pesar de que un cierre total tendría consecuencias severas para la economía iraní, que depende en gran parte de las exportaciones marítimas de crudo, incluso una amenaza creíble o un incidente puntual basta para desatar fuertes oscilaciones en los mercados energéticos, alterar las primas de riesgo marítimo y obligar a desvíos logísticos costosos. En este contexto, el estrecho de Ormuz ha dejado de ser un asunto regional para consolidarse como un vector crítico de riesgo global.
¿Qué es el estrecho de Ormuz?
El estrecho de Ormuz es una franja crítica de apenas 33 kilómetros en su punto más angosto, que conecta el Golfo Pérsico con el Golfo de Omán y, por extensión, con el resto del mundo. Por él transita cerca del 20% del petróleo que se consume globalmente y casi un tercio del gas natural licuado (GNL). Aunque el estrecho es considerado una vía de paso internacional bajo el derecho marítimo, su control territorial está dividido entre Irán (al norte) y Omán (al sur). En la práctica, Irán ejerce una influencia militar decisiva sobre la zona, gracias a su presencia naval en Bandar Abbas y la isla de Qeshm, así como a su red de misiles costeros y bases en el Golfo. Esto le otorga un poder disuasorio significativo, que ha convertido a Ormuz no solo en un corredor económico, sino en un eje estratégico de primera magnitud.
Puertos del Golfo Pérsico afectados
En caso de un bloqueo o tensión sostenida en el estrecho de Ormuz, los principales puertos del Golfo Pérsico se verían impactados de manera significativa:
- Bandar Abbas (Irán): maneja cerca del 90% del tráfico de contenedores nacional y es un puerto crítico de exportación petrolera.
- Kharg Island (Irán): el principal terminal petrolero, con una capacidad de 5 millones de barriles diarios.
- Fujairah (EAU): considerado puerto alternativo en caso de cierre de Ormuz. Sin embargo, en junio de 2025 colisionaron dos petroleros disfrazados de accidente, reflejando el aumento de riesgos en los alrededores.
- Jask (Irán): alimentación alternativa lanzada en 2021, con capacidad aproximada de 300.000 b/d, pero todavía limitada y menos robusta en comparación.
- Za’afarana–Suez (Egipto): recibe volumen adicional si los petroleros evitan Ormuz, lo que aumenta presión logística en ruta al Mediterráneo .
La infraestructura portuaria clave en esta región es tanto barrera como potencial punto de congestión logística ante cualquier interrupción en el paso marítimo.
Impacto regional
Europa
- Alza en los precios de importación: los países de Europa del Sur, como Italia y España, dependen de petróleo del Golfo. En junio de 2025, fuentes del FMI y el BCE advirtieron que un cierre prolongado elevaría precios del crudo por encima de los 100 USD/barril .
- Fluctuaciones bursátiles: sectores energéticos y de transporte en las bolsas europeas han experimentado volatilidad, con riesgos de recesión técnica si la crisis se prolonga.
Asia
- Exposición energética extrema: más del 80% del petróleo y el gas que circula por Ormuz va a Asia. China, India, Japón y Corea del Sur se precipitan hacia rutas alternativas. Alrededor de un 33–38 % de todo el petróleo que pasa por Hormuz (de los 14,2 Mb/d destinados a Asia) va directamente a China.
- Escalada en coste del GNL: Asia sufre un alza en el precio del gas natural licuado, lo que presiona sus cadenas industriales y el costo de la energía doméstica.
Irán
- Impacto económico interno severo: el cierre de Ormuz paralizaría las exportaciones petroleras por mar. Para Irán, que depende de ese flujo para generar ingresos, un cierre podría ser “una forma de suicidio económico«.
- Reconfiguración comercial complicada: aunque el oleoducto Jask ofrece una alternativa, su capacidad limitada (300 mil b/d) y operaciones intermitentes (menos de 70 mil b/d en verano 2024) hacen difícil compensar el cierre de Ormuz.
- Riesgos logísticos internos: congestión de puertos como Bandar Abbas y deterioro del comercio no energético debilitarían aún más la economía iraní.
Un punto estratégico con larga historia de tensión
El estrecho de Ormuz no es nuevo en los titulares de seguridad. En la guerra Irán-Irak (1980–1988), ambos países atacaron petroleros rivales en lo que se conoció como la “guerra de los petroleros”. Desde entonces, la zona ha vivido incidentes recurrentes: abordajes de buques, amenazas de bloqueo, sabotajes a cargueros, y presencia militar constante de Estados Unidos, Reino Unido y otras potencias navales. Pero la tensión ha escalado recientemente. En el marco del conflicto abierto entre Irán, Israel y Estados Unidos, el estrecho ha vuelto al centro del tablero geopolítico.
El contexto actual: ¿puede Irán cerrar el estrecho?
Tras los bombardeos israelíes a instalaciones nucleares y ciudades iraníes, y la intervención de EEUU a tres sitios nucleares en junio de 2025, Teherán ha respondido con ataques a objetivos israelíes y advertencias a Estados Unidos. Varios funcionarios iraníes y líderes de milicias aliadas han amenazado con bloquear el estrecho de Ormuz si Washington o Tel Aviv intensifican sus operaciones.
Aunque un cierre total sería difícil —tanto técnica como diplomáticamente—, incluso el riesgo de interrupción parcial tiene consecuencias inmediatas:
- Las aseguradoras han elevado las primas de “zona de guerra”.
- Varias navieras han redirigido rutas o detenido operaciones temporales.
- El barril de petróleo Brent superó los 110 USD tras la última escalada.
- Qatar ha advertido que la distribución de gas podría verse gravemente afectada si la zona se militariza más.
Consecuencias globales: energía, inflación y seguridad
Un cierre parcial o incluso una simple percepción de inseguridad en Ormuz afectaría de forma directa a:
- Precios de la energía: El petróleo y el gas subirían por escasez y especulación. Europa y Asia, altamente dependientes del GNL catarí, competirían por alternativas, elevando los precios globales.
- Inflación mundial: La subida de combustibles afectaría el transporte, la agricultura y la industria, impulsando una nueva ola inflacionaria, justo cuando los bancos centrales intentan estabilizar precios.
- Cadenas de suministro: Productos químicos, fertilizantes, plásticos y otros derivados del petróleo se encarecerían o escasearían. El comercio marítimo global también sufriría retrasos y encarecimientos.
- Estabilidad geopolítica: Las potencias navales intensificarían su presencia militar. Una chispa en Ormuz podría encender un conflicto mayor con efectos impredecibles.
El estrecho de Ormuz es el pasillo por el que fluye buena parte del suministro energético global. En este momento de tensión ofensiva y represalia entre Irán, EE.UU. e Israel, este canal de apenas 33 km se ha transformado en un epicentro de riesgo estratégico mundial.
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