España – El país atraviesa su temporada de incendios forestales más destructiva en más de tres décadas, con más de 380.000 hectáreas ya calcinadas en el verano de 2025. Según el Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales (EFFIS), esta cifra supera la mayoría de los registros recientes y se acerca a la devastación de 1994, cuando se perdieron más de 437.000 hectáreas. Los fuegos, alimentados por una combinación de calor récord, sequía y fuertes vientos, han desplazado a decenas de miles de personas y provocado graves daños en comunidades rurales, tierras agrícolas y bosques.
Los incendios más intensos se han registrado en Galicia, Castilla y León, Extremadura y Asturias, con varios de los mayores incendios individuales de la historia moderna de España ocurridos este verano. El fuego en A Rúa (Ourense) arrasó más de 44.000 hectáreas, mientras que el de Uña de Quintana (Zamora) consumió casi 41.000 hectáreas. Las autoridades reportan al menos cuatro fallecidos, incluidos bomberos voluntarios, y más de 31.000 residentes evacuados al acercarse las llamas a pueblos y aldeas.
El gobierno español ha movilizado a más de 2.000 militares junto a bomberos y equipos de emergencia, además de solicitar ayuda a sus socios de la Unión Europea. Aviones y unidades especializadas en extinción de incendios de Alemania, Francia, Italia y otros países han sido desplegados. Varias provincias han sido declaradas zonas catastróficas, lo que permite la llegada de ayudas de emergencia y la agilización de fondos de recuperación.
Los expertos advierten que los incendios no solo representan una catástrofe a corto plazo, sino también un síntoma del empeoramiento del cambio climático. España ha sufrido una sequía prolongada y una ola de calor en agosto con temperaturas medias casi 5 °C por encima de lo normal. La despoblación rural y la mala gestión del territorio también han contribuido, dejando grandes extensiones de vegetación abandonada y altamente inflamable. Los científicos alertan de que España se enfrenta cada vez más a “incendios de sexta generación”, tan intensos que generan sus propios sistemas meteorológicos.
Mientras España se enfrenta a este desastre ambiental, crece la presión sobre los responsables políticos para ampliar la adaptación climática, restaurar los paisajes rurales despoblados y reforzar las estrategias de prevención de incendios. Sin cambios a largo plazo, los expertos temen que veranos como el de 2025 puedan convertirse en la nueva normalidad.